Aunque era difícil pensar que la madre de Javier le había obligado a no vernos más por algún motivo que no conocíamos, nosotros intentábamos de alguna forma seguir suponiendo que no era porque nos había olvidado.
Pese a ello, continuábamos procurando tener la comida suficiente para alimentarnos, cosa que era complicado, ya que eramos unos pequeños cachorros. Solíamos frecuentar unas cafeterías y restaurantes a la hora que apenas habían personas,no era seguro que nos dieran algo de comer, pero... lo intentábamos. Yo prefería la comida que estaba caliente, por que así por lo menos teníamos el estomago cálido, no como cuando nos dan esas hojas verdes tan húmedas.Daba igual si nos gustaba o no, pero teníamos que comer.
Así estuvimos mucho tiempo,hasta que nos encontramos a una familia de dos hijos,que nos llevó a un señor que nos examinó con sus manos frías y nos pincho con agujas punzantes. Teníamos miedo, mi hermano y yo nos acurrucábamos donde sea, daba igual mientras estuviéramos juntos.
Escuchamos algo de que no estábamos bien y que teníamos que estar en ese sitio mucho tiempo y que estábamos muy enfermos.
Así fue, en mi opinión permanecimos mucho más tiempo del que pensábamos.
Al cabo del tiempo, mientras que pasaban los días, nos caía mejor los enfermeros y enfermeras que nos curaban mediante medicamentos raros que nos ponían mezclados en la comida cosa que no entiendo por que sabíamos que estaba delante nuestra, bueno, a ellos se les veía contentos cada vez que nos lo tomábamos, y a través de unos tubos que nos pusieron al principio de nuestra estancia en aquel lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario