jueves, 31 de marzo de 2016

Cuando escasea la comida, las aves ignoran los lamentos de las crías más débiles

El llanto de un bebé hambriento es uno de los sonidos más inquietantes que puede soportar un ser humano. Nadie, y menos su padre o madre, podría resistirse a atender esos lamentos. Sin embargo, las aves han tenido que aprender a ignorar las súplicas de sus polluelos en función de los intereses de la estirpe. Para un ave, sacar adelante a una cría requiere un esfuerzo equivalente a disputar un Tour de Francia para un humano. En ese escenario tan exigente y con recursos limitados, lo más importante es criar al menos un pollo aunque eso implique dejar morir de hambre a los más débiles.


                 +Info: http://elpais.com/elpais/2016/03/29/ciencia/1459246289_703515.html

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